En un acto con marcada presencia de schiarettistas puros, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Luis Angulo, histórico integrante de los distintos gabinetes que conformó Juan Schiaretti en Santiago del Estero y Córdoba, abrió el año judicial, una especie de largada con retardo del servicio estatal más cuestionado por la ciudadanía, como indican todas las encuestas.
Angulo aprovechó el ejercicio de la presidencia del Alto Cuerpo judicial cordobés para resaltar la democracia como un valor central, el “Nunca Más” como un consenso y la centralidad de las mujeres en el pensamiento jurídico argentino, todos tiros por elevación a Javier Milei,.
Horas antes, el Ejecutivo había postulado para la Corte Suprema al cuestionado Ariel Lijo y al petrolero ultraconservador Manuel García-Mansilla, este último para esperar la jubilación de Juan Carlos Maqueda, quien el 29 de diciembre cumplirá 75 años.
El ministro de la Corte que, como Eduardo Angeloz, nació en Río Tercero, volvió a su provincia para escuchar el discurso de su viejo compañero de militancia en el peronismo, aunque ambos hayan nadado en distintas corrientes: “el Pato” Maqueda siempre fue delasotista, y por lo tanto inclinado hacia la derecha del peronismo cordobés, mientras que Angulo simpatizó con La Tendencia, que tuvo entre sus jefes juveniles a Schiaretti y al actual legislador (y ex ministro) Ricardo Sosa.
Entre los párrafos del discurso del titular del Tribunal Superior de Justicia, se interpretó que varios tuvieron como destinatario final a Javier Milei. Por ejemplo, éste: “Cuando se le preguntó al Premio Nobel de Economía Amartya Sen ‘¿cuál había sido el acontecimiento más significativo del siglo que estaba por terminar?’, Sen no dudó en señalar como tal el auge de la democracia, (…) que contribuye a enriquecer la vida de los ciudadanos”, dijo Angulo.
El peronismo ya habla de votar el pliego de Lijo y postergar el de García Mansilla hasta diciembre
Y luego, el párrafo dedicado al propio Maqueda: “La división de poderes implica la construcción de un sistema de frenos y contrapesos que permite que los distintos poderes del Estado puedan controlar sus prácticas, sin que ello signifique la supresión o el desvanecimiento de sus competencias. Todo lo dicho, que parece ser elemental y por todos conocido, debe ser reafirmado permanentemente como homenaje a los cuarenta años de recuperación de nuestra democracia y también como homenaje a los constituyentes de 1994, uno de los cuales nos honra hoy con su presencia”, dijo antes de mencionar a “el Pato”.
Maqueda llegó a la Corte Suprema en medio del desorden post 2001, en el marco de un acuerdo entre su jefe político, José Manuel de la Sota, y Eduardo Duhalde, por entonces presidente. Maqueda había ganado en las legislativas de medio término de Fernando de la Rúa su banca como senador nacional, tras vencer al radical Rubén Martí. Cuando se fue del Senado, en diciembre de 2002, lo reemplazó en la banca “el Zurdo” Montoya, el operador de De la Sota por esos año.
La solapada diferenciación con la anarquía libero sobrevoló a lo largo del discurso de Angulo. Para el final, dejó otro párrafo, cuando invitó a la magistratura cordobesa, a “profundizar en la ética de la alteridad”, aquella tesis que propone ver al otro desde sus propias necesidades. “Elijamos la hospitalidad frente a la invisibilidad”, propuso el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba.
Maqueda estuvo sentado silla de por medio con el gobernador Martín Llaryora, en la extraña costumbre de la Justicia cordobesa de ubicar en la misma cabecera a los presidentes de poderes distintos.