La última semana de la campaña municipal cordobesa en julio del año pasado, el por entonces intendente y ya gobernador electo Martín Llaryora convocó a toda la tropa y primera plana de funcionarios y dirigentes del peronismo en el club Instituto.
Ahí, bajó una fuerte arenga en el sprint final del candidato Daniel Passerini y, antes de que se fueran, les ordenó a todos llamar y enviar mensajes a no menos de diez contactos cada uno para que les contaran a sus allegados y amigos lo que había sido la gestión municipal 2019-2023.
La misma estrategia quiere para el tramo final de la campaña electoral en Río Cuarto, la única ciudad que vota este año y que definirá, el próximo 23 de junio, al sucesor del peronista Juan Manuel Llamosas. Y comicios para los cuales, la apuesta del llaryorismo es Guillermo De Rivas, el actual secretario de Gobierno de Llamosas.
Llaryora apuesta a agitar la división entre el radicalismo y Juez
“Martín la va a jugar a fondo. Nunca tuvo miedo de pagar un costo político en una elección: baja y juega, no anda con vueltas. Por eso, en un par de semanas se va a intensificar el apoyo a De Rivas. Aparte, va a servir como una muestra de poder a una generación que lo desafía para ver cómo le va en su primera elección en el rol de líder”. La frase la lanzó sobre el final de la semana a LPO un hombre con un despacho cercano al de Llaryora en El Panal, la sede del gobierno cordobés.
Y sirve para mostrar cuánto va a arriesgar Llaryora en un escenario que es de tercios porque, además del oficialista De Rivas, los que pujan son la también peronista Adriana Nazario, la exmujer de De la Sota, de fuertes vínculos con el massismo y con la vieja guardia del PJ cordobés; y el radical de Evolución, Gonzalo ‘el Pampa’ Parodi.
Los tres en un escenario de paridad de acuerdo con lo que relevan las encuestas y es por eso la estrategia del pleno que juega Llaryora. Donde, además del “call center”, ya incluye un promedio de dos viajes semanales del gobernador y lo mismo de ministros que se van a acrecentar con el avance de la campaña.
“Llaryora también aprovechará para revertir los resultados del año pasado en toda la región, no sólo en Río Cuarto. En el 2023 acá le fue bien a (Luis) Juez, porque Martín tenía desconocimiento”, señaló por su parte un riocuartense que reconoce también que en las próximas semanas aparecerá más vía pública con De Rivas junto a Llaryora.
Llamosas, en tanto, se mueve como jefe de campaña de De Rivas, se instaló con búnker en barrio Alberdi, la zona más populosa del Imperio y donde los riocuartenses reconocen que la pelea es Llamosas vs. Nazario, mientras a De Rivas lo ubicaron en Banda Norte, sector de la ciudad que el candidato conoce bien.
La UCR aprovecha la interna PJ en Río Cuarto y le tira la presión al PRO
En Río Cuarto, al igual que en los despachos del llaryorismo, admiten que el gobernador busca una especie de correctivo a una generación que lo desafía y de la que Nazario forma parte. Porque, además, una victoria de la exmujer de De la Sota abriría el escenario a un desembarco del massismo, pero también tendría un efecto regional con un eje conformado entre la exministra y Eduardo Accastello, el intendente de Villa María y otro de los que en el llaryorismo puro miran con desconfianza.
En tanto, cuando miran al radicalismo, la mesa chica de Llamosas repara en el rol de los radicales con despacho en Buenos Aires como es el caso del presidente de la UCR Nacional, Martín Lousteau. A cuyo entorno le atribuyen el segmento que esta semana le dedicó en La Nación +, Eduardo Feinmann, cuando habló de un camión que se cayó en un bache en Río Cuarto. “Eso viene del lado de ese radicalismo”, dijo un peronista del sur cordobés.