Cuando a la fragilidad estructural de la economía argentina, agravada por las torpezas coyunturales en materia política económica, la emboca un coletazo externo, se pone a prueba su resistencia.
El cisne negro de este viernes fue que el principal índice de la Bolsa de Tokio, el Nikkei, se desplomó un 5,81% este viernes, en medio de los temores por una posible desaceleración de la economía mundial. El espisodio fue totalmente inesperado, no se veía un derrumbe bursátil en Japón desde el Black Mondey de octubre de 1987.
Si bien es cierto que el episodio fue global, Argentina, detras de Japón y Taiwan, ocupó el tercer puesto del ranking de países que este viernes negro registraron las mayores caídas. Estados Unidos se ubicó en el puesto número 15.
En el frente financiero doméstico se sintió mas fuerte la corrida. Las cotizaciones financieras operaron al alza, y cerrraron por encima de los $1330. El blue volvió a los $1.400. La brecha vuelve a coquetear con el 50%. El riesgo país elaborado por el banco JP Morgan trepó 60 unidades hasta los 1.611 puntos básicos.
Los papeles argentinos tuvieron un pésimos desempeño en todas las pizarras. El Merval cayó 3,8% y las acciones argentinas se derrumbaron casi un 12% en Wall Street.Se salvó de la debacle Mercado Libre que se disparó un 9,5%) tras reportar el balance positivo del primer trimestre del año.
El Banco Central terminó juio con un saldo vendedor de USD 181 millones. Así profundiza la tendencia que se revirtió en en junio que cerró con un rojo de USD 47 millones. Dato no menor es que se trata del peor el resultado de la intervención cambiaria oficial desde octubre de 2023, cuando fue de -USD 227 millones.
Curiosamente las reservas crecieron este viernes en USD 504 millones, y suman 27.569 millones de dólares. Desde el BCRA indicaron que “la suba se debe a la acreditación de las compras de ayer por USD 145 millones, suba de cotizaciones de otros activos que integran reservas y movimientos estacionales de comienzo de mes en cuenta corriente de los bancos”.