El derrumbe de la producción, el consumo, la caída de la actividad y la pérdida de poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, son consecuencias esperables de un programa de ajuste. Indignan más o menos, pero no sorprenden.
Lo ineseperado es el vuelco de 180 grados en una de las metas prioritarias del gobierno: la acumulación de divisas. De hecho el ajuste fiscal, el equilibrio de la macroeconomía, es la fórmula para lograr ese resultado.
Por primera vez desde que asumió el gobierno, Javier Milei va a completar el primer mes con venta neta de divisas. Tuvo que desprenderse de USD 150 millones en las 48 horas previas al último día de junio.
Según las estimaciones de la propia entidad que conduce el caputista Santiago Bausili, debería contabilizar compras por USD 300 millones diarios durante junio. Lejos de esto, las compras promedio se ubican en la zona de los USD 5 millones.
El mercado advierte que las cuentas no cierran. En julio el Banco Central enfrenta vencimientos privados por USD 4783 millones y no tiene un nuevo préstamo del FMI a la vista. Esta cuenta podría ser incluso más alta según cuanto se salde de los pagos diferidos de importaciones.
Concretamente, en lo que va de 2024 las compras al exterior efectivizadas sumaron unos USD17.777 millones pero el Central solo pagó USD 8.509 millones, dejando un pasivo cercano a USD 9.000 millones para el futuro.
Sobre esto hay que decir que contradictoriamente el resultado de la balanza comercial de mayo fue de USD 2.656 millones, el mayor registro al menos desde 1990. Esto responde a un desplome de las importaciones del 32,8% y un aumento de las exportaciones del 21,7% en mayo.
Con todo esto resulta sumamente llamativo que a pesar de la temporada alta de liquidación de cosecha, la recesión que derrumbó las importaciones, y que no hubo vencimientos abultados durante el período, el modelo económico libertario no logra contener el drenaje de divisas.